Su composición nutricional es muy similar a la del ajo, pero menos concentrado por su contenido en agua. Contiene pequeñas cantidades de hierro, silicio, azufre, yodo, manganeso selenio y vitaminas B1, B2, B6 y C.
Las excelentes cualidades diuréticas, depurativas, antisépticas y antibacterianas del ajo son ampliamente conocidas y divulgadas. De hecho, se ha utilizado desde muy antiguo en el tratamiento de diversas afecciones.
Para empezar, el consumo frecuente de ajo provoca la vasodilatación, es decir, el aumento del diámetro de los vasos sanguíneos, por lo que la sangre fluye con más facilidad y disminuye la presión, con lo que mejora la circulación sanguínea.
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